La transmisión de esta enfermedad se produce por la picadura del mosquito de un animal infectado, y dentro de este mosquito, en un periodo entre 5 y 20 días se produce la transformación y multiplicación del parásito que es inoculado en otro animal sano cuando recibe su picadura. Este es un paso importante; ya que hasta el momento la única prevención contra esta enfermedad se producía a este nivel, con la aplicación de pipetas y collares con efecto repelente y así intentar evitar que se produjera la picadura de dicho mosquito.
Muchos de los perros que son picados por un mosquito infectado no desarrollan de forma inmediata sintomatología. En algunos casos el sistema inmune del animal puede eliminar completamente el parásito del organismo; pero en un número elevado de casos el animal permanece infectado sin demostrar síntomas inmediatos. En algunos de estos casos el animal podrá combatir la enfermedad pero la presencia de otras enfermedades o problemas que produzcan inmunosupresión pueden dar lugar a la reactivación del parásito y la aparición de sintomatología evidente. Además de esto es importante resaltar que en la fase en que el animal está infectado aún sin mostrar síntomas, si que puede transmitir la infección.
Por otro lado está demostrado que algunas razas de perros como son el bóxer, cocker spaniel, rotweiler y pastor alemán parecen ser más sensibles a esta enfermedad mientras que otras como el podenco ibicenco son más resistentes a la misma. El factor sexo no es determinante, mientras que las condiciones de hábitat por el riesgo de exposición a la picadura del mosquito si que es importante en el riesgo de enfermedad.
Dentro de nuestra provincia habría que diferenciar la zona Norte de la misma con una prevalencia entre el 2 al 4 % y la zona Sur donde puede haber zonas con unas prevalencias de hasta el 12 %.
Dentro de la sintomatología de esta enfermedad pueden diferenciarse dos formas: la cutánea que provoca en nuestros perros problemas cutáneos en mayor o menor grado y la forma visceral que afecta a órganos internos ( en especial al riñón ) y que la hace tener un peor pronóstico. En bastantes casos se dan las dos formas al mismo tiempo con la problemática que esto conlleva.
En la actualidad, no existe un tratamiento cien por cien efectivo, una vez instaurado el proceso. Las medicaciones empleadas hasta la fecha, lo único que consiguen en la mayoría de los casos es controlar la carga parasitaria en el organismo. El parásito se queda acantonado en los ganglios linfáticos y se produce la curación clínica de la enfermedad; pero en el caso que se produzcan otras enfermedades o procesos que afecten al sistema inmunitario de nuestra mascota, el parásito se reactiva de nuevo y provoca una recaída en la enfermedad.
Es por todo esto que la aparición de esta nueva vacuna; tanto tiempo esperada, sea una buena noticia para todos los propietarios de perros. Después de varios años de ensayos y pruebas por fin ha llegado a nuestro país dicha vacuna; el año pasado se inició su aplicación en países como Portugal y Francia.
Para poder realizar la vacunación de su perro es necesario que el animal tenga por lo menos seis meses de edad y antes de su aplicación de la vacuna es imprescindible la realización de una analítica para confirmar que nuestra mascota es negativa al parásito. La pauta vacunal implica la aplicación de tres dosis de vacuna con un intervalo entre ellas de tres semanas con revacunaciones anuales posteriores.
En los estudios realizados en condiciones de campo se ha conseguido una efectividad superior al 90% de animales sin sintomatología, lo que hace que sean unos buenos resultados en la prevención de esta enfermedad. Aparte de esto hay que añadir que la vacunación no implica dejar de lado otros métodos preventivos como son el uso de collares o pipetas repelentes de mosquito. Con la vacuna estamos realizando prevención contra el parásito mientras con los collares y pipetas repelentes estamos realizado una prevención contra el vector trasmisor de la enfermedad.
La unión de ambos métodos de prevención va a conseguir que el riesgo de que nuestro perro contraiga esta enfermedad se minimice al máximo. El uso de la vacuna asociado a la colocación de collares o pipetas repelentes, así como evitar la presencia del animal en el exterior en las horas de mayor presencia de los mosquitos conllevará una disminución de las infecciones por leishmania y al mismo tiempo intentar minimizar el riesgo de contagio a personas.
Su veterinario le realizará un test previo para ver si su mascota presenta o no la enfermedad y en cada caso instaurar las medidas preventivas adecuadas.
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