viernes, 17 de noviembre de 2017

PROBLEMAS DIGESTIVOS EN LAS MASCOTAS





Cada vez vivimos en una sociedad donde los problemas digestivos en las personas son más frecuentes y están más diagnosticados, los alimentos “libres de gluten”, “sin lactosa”… marcan una realidad en la que la población es cada vez mas intolerante o alérgica a ciertos componentes, es una realidad que no se nos escapa al mundo veterinario y que cada vez se diagnostica mas en la clínica diaria, por eso en esta ocasión nos gustaría hablarles de un proceso que en muchas ocasiones observamos que cuesta entender o creer a los propietarios de mascotas diagnosticadas de Enfermedad Inflamatoria Intestinal, en adelante IBD, que si bien no tiene nada que ver con las enfermedades humanas el simil nos puede ayudar para su entendimiento.

 En la actualidad, la IBD se considera un proceso  inflamatorio crónico, de carácter idiopático que afecta a diferentes tramos del aparato digestivo. Concretamente, en el intestino delgado y, en función de la celularidad predominante en la lámina propia de la mucosa intestinal, se distinguen los siguientes tipos: enteritis linfoplasmocitaria, enteritis eosinofílica y enteritis granulomatosa. Esto de idiopático significa que no se conoce el origen del problema, es decir, no se sabe la causa que desencadena el síndrome aunque a día de hoy hay distintas teorías que fijan la etiología en una respuesta inmune exacerbada o incorrecta antes distintos elementos como puede ser la dieta, bacterias intestinal o incluso células del propio intestino.

El IBD se caracteriza por la presencia de signos clínicos muy variados, destacando entre ellos la diarrea. Cuando el tramo afectado es el intestino delgado, la diarrea es típica de este tramo, con heces muy voluminosas, el número de deposiciones suele ser normal o estar ligeramente aumentado. No suele observarse sangre ni moco en las heces. Suelen ser animales con aumento en los borborigmos intestinales y en la frecuencia de las flatulencias. Cuando el tramo afectado es el intestino grueso, suele haber sangre fresca y moco en las heces, con tenesmo, disquecia y urgencia en la defecación y con un aumento en el número de las deposiciones. Pese a que el signo clínico más sugerente de IBD es la diarrea crónica, en la especie felina, es muy habitual encontrar gatos con IBD en los que el signo clínico fundamental es el vómito y la pérdida de peso. En casos graves que presentan una enteropatía con pérdida de proteínas, se pueden detectar tanto ascitis (liquido libre en abdomen) como edemas periféricos, especialmente en extremidades.

El diagnostico es muchos casos es difícil de realidad necesitándose biopsias para llegar a la determinación exacta del problema, si bien otras pruebas (ecografías, radiografías…) pueden presumir la patología al combinarse con una buena anamnesis del individuo.

El tratamiento del IBD debe incluir un tratamiento médico y uno dietético. Éste último es tan importante como el primero y es, muchas veces, la causa de un fracaso terapéutico. El tratamiento dietético debe ir enfocado a la utilización de dietas de alta digestibilidad, muy bajo contenido en grasas o incluso dietas hipoalergénicas que en algunas ocasiones son suficientes por si mismas para controlar el proceso. Otros animales no mejoran solo con la alimentación por lo que el medico veterinario deberá prescribir distantes medicaciones cuya potencia, combinación de principios activos y duración del tratamiento variara en función de la gravedad del proceso.

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