Nuestros gatos son susceptibles de padecer un SIDA, un Síndrome de Inmuno-Deficiencia Adquirido y lo primero que debemos dejar meridianamente claro es que es un SIDA “suyo” y que por ello no pueden contagiar nunca a un ser humano por mucho que estén en contacto estrecho el hombre y el felino.
Dicho síndrome de déficit inmunitario lo provoca en el gato el Virus de la Inmunodeficiencia Felina, conocido como FIV por sus siglas en inglés, un tipo de virus perteneciente a la familia de los Retrovirus, subfamilia Lentivirus, clasificado cerca del Virus del SIDA humano pero existiendo diferencias absolutas entre ambos tipos, decisivas a la hora de imposibilitar la transmisión entre ambas especies de las que hablamos.
Esta virosis fue descubierta en fechas muy recientes, en 1986, al ser investigados gatos con un deterioro progresivo del sistema inmunitario; se encontraron semejanzas con otro virus del gato con capacidad de provocar inmunodeficiencia, el Virus de la Leucemia Felina –virus FeLV-, que si bien es también un retrovirus, se encuentra clasificado en otra Subfamilia, por contener suficientes diferencias taxonómicas con el que nos ocupa.
La enfermedad, el FIV, afecta sobre todo a gatos entre 4 y 8 de edad, aunque todas las edades pueden padecerla. Se afectan en mayor número los machos que las hembras, es más prevalente entre los machos.
Sabemos también que el virus pasa de un animal afectado a uno sano por medio de mordeduras y también en el periodo próximo al nacimiento –periodo perinatal-. La primera vía pone de manifiesto el motivo por el cual los machos enteros están más expuestos a la transmisión ya que tienen mayor probabilidad de participar en peleas en los periodos reproductivos de las hembras si viven en libertad o en semilibertad.
En apariencia la transmisión natural de la enfermedad sólo ocurre por mordeduras de animales infectados, el contacto sangre-sangre es más fácil si el gato tiene lesiones en las encías, lo que es frecuente. En cualquier caso las heridas que se producen son abundantes y la sangre del afectado tiene diversos modos de entrar en contacto con las heridas del animal sano.
Hay que hacer notar que el virus tambien se transmite de la madre al hijo por via transplacentaria y a través de la leche en la lactación.
Se estima que la prevalencia de la enfermedad en determinadas áreas de riesgo por contener muchos gatos en libertad llega en nuestro país a valores cercanos al 45%.
¿Cómo actúa el virus?
Al colonizar la sangre del felino demuestra un tropismo muy marcado por los Linfocitos T, un tipo de glóbulo blanco o leucocito, a los que se dirige y en los que entra, lo cual trae como consecuencia malfuncionamientos en el sistema inmunitario, llevando en las últimas fases a una casi total inmunosupresión.
Lo cierto es que se inflaman los ganglios linfáticos en muchas ocasiones pero esto no es detectado por el propietario a no ser que sea muy evidente que el tamaño es mucho mayor de lo normal.
Por lo general el virus suele causar tres fases en la enfermedad
Fase inicial de infección, cuyos sintomas suelen pasar inadvertidos, a menudo cursa con apatía y atonia general.
Fase de latencia, puede durar de meses a años, el virus permanece en los globulos blancos pero no desarrolla su multiplicación
Fase terminal crónica, se desarrolla con multiples infecciones provocadas por la deficiencia de inmunidad. Los gérmenes se aprovechan de la debilidad defensiva del individuo.
Los tratamientos se instauran con el fin de paliar las infecciones y reducir las inflamaciones producidas, por eso es común el uso de antiinfeciosos antibacterianos y antifúngicos además de terapia antiinflamatoria, pudiendose usar los análogos de la cortisona.
Se aconseja realizar analisis de deteccion de retrovirus a los gatos encontrados en la calle, aunque sean cachorros. Es real que los gatos caseros tienen poca exposición al agente causal, pero esto debe alertarnos de la necesidad de tomar precauciones con los animales adoptados, porque pueden introducir la enfermedad de forma subclínica en la comunidad, sin que advirtamos síntomas en los nuevos inquilinos.
Los gatos infectados pueden recibir tratamientos que en ningún caso llegan a ser curativos, pero se están realizando estudios con retrovirales usados en medicina humana para intentar alargar la vida de nuestros felinos lo máximo posible.
En el momento actual no contamos con vacunas efectivas por eso la prevención es, una vez más, la mejor arma para evitar la enfermedad.
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