sábado, 9 de junio de 2018

PROBLEMAS PERIANALES



Más propios del perro que del gato, aunque no son descartables del todo en la especie felina, el dueño experimentado en estos asuntos ya advierte que cuando su amigo se mira, intenta mitigar molestias en la retaguardia con el hocico e incluso arrastra el trasero por el suelo como si se desplazara en un trineo por la nieve, es que algo muy molesto le ronda por las zonas que circundan el esfínter anal.

 Y tiene toda la razón

Parece ser un conocimiento común en el acervo popular el de que cuando un perro arrastra el culillo por el césped o por el asfalto es que tiene lombrices intestinales, sin posibilidad ni margen para el error.

Pues bien, aunque en el caso de que el animal tenga lombrices es posible que en algunas ocasiones éste padezca prurito anal y como consecuencia de ello intente paliarlo con el rascado contra el suelo;  no es menos cierto que cuando este síntoma se presenta son más las veces en que es expresión de otros asuntos que afectan a tan delicada zona anatómica.

Inflamaciones de las glándulas perianales, por diversas causas que esbozaremos; o bien dolores en el diafragma pélvico que son origen de las temidas hernias perineales (no tan proclives a ocasionar esta picazón que hemos descrito en el perro, sino en este último caso  abultamientos característicos bajo el nacimiento del rabo de nuestro animal).

Las inflamaciones de la glándula perianal pueden ser ocasionadas por impactaciones o llenado excesivo de la misma con el líquido que periódícamente debe ser vaciado en el acto de la defecación. Un líquido de fuerte y desagradable olor que sirve tanto para ahuyentar enemigos como para dotar del aroma característico de cada individuo a las heces. Es el olor individual que averiguan los perros cuando al conocerse entre ellos olfatean en el ano del congénere.

Hay dos glándulas o bolsitas bajo la piel del ano de los perros, una a cada lado y muchos dueños ya saben que a veces pican y llegan a ocasionar por infección incluso fístulas u orificios que drenan esa especie de pus que de otra forma no puede ser evacuado.

También pueden enfermar estas glándulas por defectos en el sistema inmunitario, característico de razas o cruces del Pastor Alemán como raza más perjudicada aunque no en exclusiva, lo que da lugar a la Forunculosis perianal. Es una versión gigantesca de la fistulización del periano, con grandes fisuras que requieren tratamiento crónico.

Otro asunto bien diferente son los defectos en la musculatura que circunda el ano que con la edad de nuestros amigos se van deteriorando, sobre todo si son machos ya que parece ser que son problemas conectados con los andrógenos y que producen las Hernias perianales.

Son abultamientos que se producen al abrirse esta musculatura y dejar pasar a su través alguna porción de vísceras como puedan ser la vejiga urinaria o asa intestinal, e incluso la próstata.

Este es un problema mayor que en casi todos los casos requiere cirugía reparadora

Piensen que cuando un animal se rasca o se “mira” la parte posterior de su cuerpo no siempre nos quiere decir que lo desparasitemos.

Desparasitar a nuestro animal con vermífugos es otra medida que no debemos descuidar.


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