El
perro y el gato tienen capacidades visuales muy diferentes a las nuestras
porque se adaptan más a las necesidades de un predador nocturno o crepuscular
que a las características que sirven a una presa cuya actividad es diurna, como
es el Homo sapiens, es decir nosotros.
No
ven más. En general su agudeza visual es menor que la de nuestra especie en
cuanto a sensibilidad cromática y calidad de detalle ya que la distribución de
las células retinianas (conos y bastones) está mucho más a favor de los
bastones (receptores que se activan con luz escasa y que les sirve para la caza
con poca luz) que de los conos (células receptoras que actúan con luz intensa y
dan detalles del color de los objetos). Pero sí que tienen la ventaja de contar
con una membrana en la retina cual es el “Tapetum Lucidum”, la responsable de
que les brillen los ojos por la noche (o en algunas fotografías dependiendo de
la angulación de la luz), que les proporciona mucho mayor aprovechamiento de la
luz nocturna y muchísima más visión en esas condiciones.
También,
aunque se puede decir que son “miopes” como he contado anteriormente por lo que
supone de menos visión de detalle a larga distancia, cuentan con mucha mayor
capacidad de apreciar el movimiento a largas distancias, se calcula que a más
de 500 metros lo captan perfectamente y esto supone una gran capacidad de
detectar presas, el movimiento de las mismas, con inmediatez para así ponerse
en marcha para la caza.
Algo
que ayuda a la actividad de un cazador es el tener mayor campo de visión, sobre
todo para la detección de movimientos lejanos y periféricos. Por eso el perro
sí cuenta con un campo de visión de entre 220 y 240 grados cuando el de la
especie humana es de alrededor de 180 grados.
De
todas formas la visión en distancias cortas es muy deficiente, tanto del perro
como del gato.
Todos
observamos como antes de probar un bocado en el suelo lo buscan con el olfato o
las vibrisas (pelos táctiles del bigote) mostrando a las claras las
dificultades de acomodación del cristalino para enfocar objetos cercanos.
Realmente podemos decir que de cerca apenas ven nada más que escenas borrosas y
es por eso que su olfato y su tacto es realmente privilegiado.
El
universo sensorial de la especie humana es visual, nuestros recuerdos y
pensamientos son, en general y en gran medida, claramente de tipo visual.
Recordamos y pensamos “viendo”.
Se
aventura con bases muy sólidas que el
universo sensorial y “mental” de perros y gatos es de tipo olfativo, que sus
recuerdos y sensaciones mentales es probable que se construyan a través del órgano olfativo y del auditivo en
mucha mayor medida que la nuestra. Naturalmente es difícil saberlo con
precisión pero lo que si sabemos es que un perro sin visión, que se ha quedado
ciego, se adapta a su nuevo estado con una prontitud que muchas veces
sorprende.
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