fotografía: Dominique Leyva
Nuestra respuesta inmediata sería “imposible”, aunque no es realmente así es difícil pero si se puede educar a los gatos.
Lo primero que tenemos que hacer es tener muy claro que un gato no es un perro y su comportamiento es totalmente diferente. Otro aspecto importante de la psicología gatuna es que se trata de un animal solitario.
Siempre hemos estados mas acostumbrados a establecer relaciones con los perros y nos resulta más fácil porque su comportamiento social es como el nuestro basado en las relaciones y las jerarquías. Los perros cuando viven en grupo establecen una jerarquía en la que dominará el líder que es el individuo más fuerte o más inteligente. El gato proviene del Felix lybica un gato salvaje norteafricano que como casi todos los felinos es solitario y muy territorial. Casi todas las especies felinas excepto los leones tienen estos comportamientos.
Cuando los gatos coinciden en grupo no hay un líder nato. Los habrá mas dominantes o mas sumisos y compartirán un territorio o la comida.
En nuestra relación con los gatos no consideran como otro más en su territorio pero no como sus dueños jerárquicos. Por eso no entienden el castigo como una forma de su comportamiento natural ni se les puede tratar con autoridad porque no lo entienden. El gato se acostumbrará a vivir en nuestra compañía. Sabrá que le damos comida y bebida y alguna caricia pero en ningún momento se someterá a la sumisión de la domesticación.
Su socialización con las personas no es de premio-castigo sino de interacción. Por eso a nuestros gatos les debemos hacer caso, hablarles acariciarlos, jugar, … Les encantan los refuerzos positivos: darles cosas que les gustan cuando estamos contentos con su actitud o cuando juegan e interaccionan con nosotros.
También les encanta jugar con plumas, cuerdas, pelotitas, muñecos que se mueven,…
En el caso de los gatos tímidos, hay que hacerles superar esa timidez o desconfianza hablándoles con suavidad para conseguir que se acerquen y acariciarles.
Es difícil que los gatos entiendan el castigo. Los gritos o pegarles solo conseguirán asustarlos y aumentar esas conductas que queremos evitar. Hay que intentar llamar su atención y que vean que son cosas que nos molestan. Cuando arañan cosas que no deben o se hacen pis fuera de su arena podemos utilizar un golpe seco como una palmada o una llamada de atención para que vean que nos hemos dado cuenta e indicarle un “no” rotundo para que vean que es una cosa que no es de nuestro agrado. Cuando queremos que se percate más de nuestro enfado le podemos pulverizar en la cara con un spray con agua, pues no le gusta nada y le disuadirán de hacer cosas que no nos gustan sin apenas estresalos.
Las claves para enseñarle al gato son la paciencia y seducirlo con cosas que le gusten.
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