Me
parece natural la cuestión. Todos los amantes de los animales nos hemos
preguntado si respecto a los mismos se puede hablar de inteligencia. Es una
pregunta que refleja la inmensa curiosidad que sentimos y que es la síntesis de
otras muchas que nos planteamos a menudo: ¿son capaces de pensar ?... ¿cómo
podemos determinar el nivel de inteligencia de un animal?... ¿por qué
reaccionan de distinta forma a diferentes estímulos?... ¿solo por instinto?...
Deberíamos
comenzar por tratar de delimitar la definición de la palabra inteligencia: me
parece interesante la que hace referencia a la “capacidad para entender y
comprender” y a la “capacidad para resolver problemas”. Es además muy oportuno
que se la relacione con otras cualidades: la percepción y la memoria.
Hay
pocas dudas de que los animales tienen una fuerte memoria, más nuestros perros
y gatos pero está presente en mayor o menor medida en todos los animales; es
asimismo muy claro que no solo tienen capacidad de entender sino que además
saben “hacerse entender” de forma admirable.
Perciben
las señales de sus congéneres y las que emite su entorno con muchísima rapidez
y no sé si saben resolver problemas de trigonometría pero desde luego buscan el
mejor modo de identificar y evitar los
problemas que les importan verdaderamente, esto con toda seguridad.
La
comunicación entre individuos está al servicio de la inteligencia individual y
colectiva. En el caso de nuestros perros se aprecia con nitidez puesto que son
animales ancestralmente desarrollados en grupos sociales, con normas basadas en
la manada del lobo (su directo antepasado) que las adecúan perfectamente a las
relacionadas con sus dueños humanos y sus compañeros caninos.
Las
personas acostumbradas al trato con el perro o gato conocen las señales
visuales que éste emite, como se comunica con el rabo, con la postura del
cuerpo, con los gestos de la cara, orejas y labios; de la misma manera le
parecen muy nítidas las señales auditivas, tales como los gemidos,
vocalizaciones de diferente intensidad, gruñidos sordos o intensos que
manifiestan su estado de animo, un ladrido seco no significa lo mismo que
muchos furiosos y un maullido suave y mimoso no es igual a varios insistentes.
Nuestro
amigo nos dice a la perfección si está contento, enfadado, con ganas de comer,
si le apremian las ganas de salir a la calle, si aprueban o no a un humano
recién llegado a casa, si lo que le apetece es jugar o descansar…
Al
mismo tiempo comprende las señales que le enviamos, es un perfecto receptor y
reacciona con reflejos inmediatos a nuestra furia, nuestro aprecio, nuestra
comprensión, a cuando queremos proveerle de afecto o comida o cuando lo que nos
pide el cuerpo es administrarles una sonora reprimenda.
La
pregunta que plantea el título de este artículo se contesta enseguida:
percepción de las diferentes variables del entorno, resolución en rápidas
respuestas y memoria para almacenar las interacciones y decisiones tomadas… dan
como resultado una buena inteligencia, se mire como se mire.
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