La
leishmaniosis es una enfermedad sobre la
que ya hemos hablado en otras ocasiones, pero que durante los últimos años han
aparecido novedades tanto en su control como en su tratamiento. La leishmaniasis es una enfermedad parasitaria
que afecta a gran cantidad de mamíferos, entre los que destacan el perro y el
hombre.
Cuando
el hombre es infectado por este parasito cabe destacar, que la patogenia de la
enfermedad es bastante diferente que la que padecen los cánidos y el pronóstico
parece ser mejor. En el estado español, la incidencia de leishmaniasis humana
suele ser de unos cien nuevos casos al año.
La
leishmaniasis es una enfermedad vectorial, es decir que se transmite única y
exclusivamente por medio de vectores, que son unos “mosquitos” llamados
phlebotomus perniciosus. Para que el parasito causante de esta enfermedad sea
infectante es siempre necesaria una previa transformación en el interior del
mosquito de Allí que solo se pueda transmitir por la picadura de los mosquitos.
La
leishmaniasis en el perro es una enfermedad que puede llegar a ser mortal si no
se diagnostica y se trata a tiempo. En el perro va a afectar a varios órganos
principalmente a riñones, medula ósea y piel, entre otros. La severidad de la
enfermedad vendrá marcada en función del grado de afectación renal, si este
órgano se afecta severamente las probabilidades de que el paciente salga
adelante son bastante escasas.
Cuando
la enfermedad afecta principalmente a la piel el pronóstico será mucho mejor,
aunque paradójicamente el perro tenga muy mal aspecto.
Los
perros con leishmaniasis también pueden sufrir problemas articulares ya que los
parásitos de la leishmania se acantonan en las articulaciones, de allí que
aparezcan problemas de cojeras en perros enfermos.
Como
hemos comentado anteriormente, un diagnostico precoz es de extrema importancia
para emitir un buen pronostico ante una leishmaniasis. Lo más recomendable es
que todos los perros se sometieran a análisis serológicos anuales, pues hay una
gran cantidad de animales que pueden resultar seropositivos sin tener
sintomatología alguna, y son precisamente este tipo de animales los que tienen
una mayor importancia a nivel epidemiológico. Pues son estos los que al no
tener sintomatología alguna el propietario no lo lleva al veterinario, y al
estar infectados y sin control expandirán la enfermedad.
Para
el control de la enfermedad sería necesario realizar análisis serológicos de
leishmania a todos los perros, esto es algo que conllevaría un importante gasto
económico, si se realizara por parte de las administraciones por lo que tienen
que ser los propios propietarios los que se deben concienciar y realizar
análisis anuales a sus mascotas. La mejor fecha para realizar los test serológicos
de control seria ahora en invierno.
En
el aspecto de prevención de la enfermedad es donde más se ha avanzado en los
últimos tiempos, sobre todo desde que hace un año saliera una vacuna que
proporciona una interesante inmunidad frente a la leishmaniasis.
PREVENCIÓN
Para
prevenir la enfermedad se debe actuar en dos frentes. Primero y lo más
importante de todo será poner las barreras necesarias para que el vector (el
“mosquito”) no pique a nuestro perro, para conseguirlo disponemos de varios
métodos podemos usar collares específicos para la prevención de la picadura de
phlebotomus con deltametrina como principio activo, también existen pipetas
spot on de aplicación mensual con
permetrinas. Estos medios se deben aplicar sobre todo de marzo (un mes antes de
la aparición de los “mosquitos”) a octubre o noviembre, en función de la
climatología).
También
se deben evitar el paseo a las horas de
mayor incidencia de mosquitos que coinciden con el amanecer y el atardecer, y
si se sale a estas horas se puede aplicar alguna permetrinas en spray para
aumentar el efecto de las pipetas y el collar.
El uso del collar y pipetas es de extrema importancia en animales
seropositivos.
El
segundo frente seria potenciar la inmunidad frente a la enfermedad, esto se consigue
por medio de las vacunas disponibles. Para conseguir una correcta inmunidad son
necesarias tres dosis separadas de tres semanas y una revacunación anual. Como
la inmunidad completa se consigue un mes después de la última vacuna de la
primovacunacion es conveniente vacunar en los meses de invierno para garantizar
una buena inmunización.
Hay
que tener en cuenta que un animal vacunado tiene que seguir utilizando las
barreras tipo collar y pipetas antes explicadas. Un animal infectado de leishmania no podrá
ser vacunado, por lo que antes de comenzar la primovacunacion es indispensable
realizar un test serológico paras garantizar su negatividad
Existen
también en el mercado otros compuestos que ayudan a potenciar la inmunidad
celular que es la que es necesaria para combatir bien la enfermedad. Estos compuestos tienen como principio activo
la domperidona. Es muy interesante su
uso en animales que están en fase de tratamiento para mejorar la respuesta del
organismo frente a la enfermedad. También
existen estudios que señalan que la domperidona podría prevenir el contagio de
la leishmaniasis por lo que se puede valorar su uso en los meses de primavera y
verano.
Una
protección “total” podría conseguirse con una combinación de barreras
protectoras (pipetas o collares) una buena vacunación y la utilización de
domperidona en meses de riesgo.
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