jueves, 19 de enero de 2012

CONVULSIÓN



La propia palabra causa temor y respeto, cuando no verdadero pánico –esto es lo que los sanitarios observamos en el propietario que nos consulta, describiendo un posible episodio convulsivo en su perro o gato-; pero debemos saber que una convulsión no es más que un síntoma que muestra un desorden en el sistema nervioso de un animal, desorden que en la mayoría de los casos no llega a comprometer la vida del individuo.

El veterinario conoce las causas capaces de desencadenar una convulsión, y, aunque es muy cierto que a veces el bosque no nos facilita ver el árbol, y el árbol –el caso clínico que nos llega- es lo verdaderamente sustancial, comenzamos por tener en cuenta que el bosque no es tan fiero como lo pintan, cosa que debe servir para tranquilizar al alarmado dueño que espera un diagnóstico y un pronóstico que le saquen de dudas y tribulaciones.

Tenemos que advertir que un ataque epiléptico hay que diagnosticarlo, que todos los “patatús” no son ataques epilépticos. Problemas tales como algún malfuncionamiento del hígado o del corazón serán suficientes para producir episodios convulsivos muy parecidos a la epilepsia verdadera. Normalmente nos referiremos a estos ataques como ataques epileptiformes, sean o no provocados por una epilepsia.

TIPOS DE CONVULSIÓN

Normalmente el tipo o clase de ataque (convulsión), viene dado por la causa del mismo, aunque precisamente en la epilepsia verdadera puede haber ataques de diversos tipos, como trataremos de explicar.

Hay que decir que numerosos motivos tienen que ver en el establecimiento de una convulsión, por ejemplo:

Enfermedades del hígado: hepatitis, tumores o cirrosis avanzadas.
Enfermedades del riñón: toxicosis por falta de filtración renal en nefropatías graves.
Desordenes hormonales: Sindromes de Cushing y de Addison, diabetes cetoacidóticas, disturbios del calcio.
Cardiopatías: Los fallos cardiacos darán lugar, por fortuna no con mucha frecuencia, a desmayos o síncopes que en ocasiones tienden a transformarse en cuadros convulsivos por cambios transitorios en la fisiología de las neuronas cerebrales.
Neoplasias cerebrales o ictus cerebro-vasculares.

Todas las causas mencionadas pueden actuar solas o como predisponentes en un cerebro con alteraciones susceptibles de desarrollarse como focos epilépticos.

Los más comunes en la clínica diaria de un veterinario son los síncopes cardiogénicos (corazón) y la epilepsia verdadera (epilepsia idiopática).

EPILEPSIA IDIOPÁTICA.

Denominamos de esta forma en Veterinaria a la Enfermedad Convulsiva, que no responde a causa determinada con las analíticas médicas y que por tanto es originada en el tejido encefálico desde uno o varios focos epilépticos. Hay que decir que es un síndrome que se diagnostica por exclusión, cuando el cuadro no puede atribuirse a un desorden orgánico como los antes vistos.
El foco epiléptico es un conjunto de neuronas que se excitan de un modo desordenado ante un estímulo no siempre identificable, influyendo en varias áreas cerebrales disparándolas. El tipo de cuadro vendrá determinado por la naturaleza y extensión de las áreas afectadas.

Si el foco influye en un hemisferio cerebral tenemos una: epilepsia parcial
Si se afectan los dos hemisferios cerebrales estaremos ante la epilepsia generalizada

Esta clasificación da idea de que los ataques epilépticos pueden ser de muchos tipos, desde un acceso de furor súbito, un tic en músculos faciales o ladridos repentinos sin lógica aparente; hasta el típico ataque epiléptico con caídas, pataleo, exceso de salivación…Este último es el más común, además del más fácil de identificar.

El ataque epiléptico más habitual cursa con tres fases:

La primera es el “aura”: el animal “anuncia” el ataque, durante minutos u horas. En ocasiones no se manifiesta claramente, o el propietario no conoce bien sus manifestaciones.
La segunda es la fase de “ictus”; dura de segundos a pocos minutos y es el ataque propiamente dicho.
Termina con el “postictus”: fase durante la cual el perro está adormilado, apático…

Hablamos de perro y no de gato ya que en el gato la epilepsia es muy rara, con poquísimos casos detectados.

La última idea que expresamos es que la epilepsia tiene control con fármacos en la inmensa mayoría de los casos y, mediante las debidas atenciones, se consigue que casi todos los animales hagan su vida con normalidad.

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