Cada vez que un nuevo paciente entra en nuestra clínica, realizamos una visita explicativa con su propietario recalcando la importancia de una correcta vacunación. La mayoría de los propietarios están sensibilizados y se dejan aconsejar por el veterinario. Sin embargo todavía hay personas que no comprenden la importancia de vacunar a su animal y piensan que es un capricho de los veterinarios.
En el caso de los perros existen dos vacunas fundamentales, la polivalente y la antirrábica. La vacunación polivalente protege al animal frente a enfermedades como el moquillo, la parvovirosis, la hepatitis, la leptospirosis y la tos de las perreras. Esta vacuna no es obligatoria, es decir, tenemos la opción de ponérsela a nuestro perro o no. Sin embargo es muy recomendable para la salud de nuestra mascota, ya que previene la aparición de estas enfermedades, que en muchos casos tienen un pronóstico fatal. Se puede administrar a partir del primer mes de vida del perro y se revacuna a las tres semanas y después anualmente.
Como hemos dicho, la vacuna polivalente no es obligatoria aunque sí muy beneficiosa para el animal. No ocurre lo mismo con la vacuna antirrábica. La vacunación de rabia es OBLIGATORIA en Aragón y otras comunidades autónomas a partir del tercer mes de vida del animal. Es además obligatorio que dichos animales estén identificados mediante un microchip inscrito en la base de datos correspondiente y se debe revacunar de la Rabia cada año.
Esto no es una opción, es obligatorio para todos los perros mayores de tres meses, y además las autoridades pueden multar a los propietarios que no tengan a su animal correctamente identificado y con la vacuna antirrábica al día.
Muchos propietarios nos preguntan ¿por qué en unas comunidades es obligatorio vacunar y en otras no? ¿es realmente necesario vacunar de rabia cuando es una enfermedad erradicada en nuestro país? Para la primera pregunta no tenemos respuesta, cada comunidad autónoma tiene sus leyes al respecto y hay que acatarlas. En cuanto a la segunda cuestión, no es del todo cierto que en nuestro país no haya rabia. En Marruecos se trata de una enfermedad endémica, y no hace mucho, en 2008 en Ceuta, y en 2010 en Melilla se dieron un par de casos confirmados en perros. Los murciélagos también presentan casos de rabia, aunque hay que reconocer que es poco probable sufrir una mordedura de estos animales. Por lo tanto, el argumento principal para defender la vacunación antirrábica en España es el tráfico de animales domésticos procedentes de países donde la rabia no está erradicada, como Marruecos o Francia.
Además hay que tener en cuenta que la rabia es una zoonosis (enfermedad que se trasmite de los animales a las personas) y que una vez que comienzan los síntomas la mortalidad es prácticamente del 100%.
La trasmisión es a través de la saliva de un animal infectado (normalmente por una mordedura), y los signos clínicos empiezan a aparecer entre 2 y 8 semanas después. La primera fase de la enfermedad suele pasar inadvertida. En la segunda fase, conocida como fase furiosa, los cambios en el comportamiento son evidentes, los animales se muestran muy agresivos y es en este momento cuando suelen atacar y diseminar la enfermedad mediante mordeduras. En la tercera fase se inicia una parálisis que comienza por el lugar de la mordedura, para ir ascendiendo y paralizar la mandíbula (causando hipersalivación) y la laringe, causando dificultad respiratoria y la muerte del animal.
Como hemos dicho, no existe tratamiento posible una vez se inician los síntomas, por lo que ante una mordedura de un animal rabioso, se debe lavar rápidamente la herida y acudir a un centro sanitario para que nos administren la vacuna antes de que aparezcan los signos clínicos.
Por suerte para nosotros es muy improbable que nos muerda un animal rabioso en España gracias a la vacunación generalizada de los perros. Pero ¿qué ocurriría si dejáramos de vacunar a los perros y se iniciara un brote de rabia procedente de otro país?
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