Parece científicamente comprobado que los únicos seres vivos que tenemos consciencia somo los humanos. Esta apreciación parece contraria a nuestra visión con nuestras mascotas en las que parece que observamos sentimientos internos y personales y emociones: alegría, tristeza, celos, frustración, … En los ojos de los perros vemos sentimientos y emociones humanas. Pensamos que entendemos lo que piensan.
Es posible que puedan reaccionar a los estímulos sin experimentar las emociones que sentimos los seres humanos.
Los estudios del cerebro demuestran que las raíces de estas emociones no están en el neocortex, la parte mas evolucionada del cerebro humano, sino en una de las partes mas primitivas (regiones límbicas suneocorticales) que compartimos con otros mamíferos.
Varios estudios demuestran que el hombre y el perro tienen la misma red emocinal básica compuesta por site sistemas difirentes. La evolución de estos sistemas emocinales con orígenes anatómicos similares funcionan con un sistema de feed-back para indicarnos a nosotros y a nuestros perros si las cosas van bien o mal.
Algunas de las drogas son muy similares en efectos a las sustancias químicas naturales del cerebro denominadas neurotransmisores, mientras que otras estimulan la secreción de estas. Al realizar actividades físicas se liberan sustancias químicas cerebrales gratificantes como la dopamina , una hormona y neurotransmisor que dan sensación de placer. La actividad física de nuestro perros que persiguen y atrapan las pelotas que les lanzamos también está impulsada por la dopamina.
MIEDO Y PANICO
El miedo y el panico son dos de las emociones mas problematicas de los perros que si no se controlan pueden llegar a hacerlos agresivos. La tristeza de los humanos y la ansiedad por separación de nuestras mascotas se producen en las mismas regiones cerebrales. La angustia y miedo que producen en los cachorros la separación de sus madres suele ser paliada con nuestras caricias. Esto es debido a que el contacto físico produce la liberación de unas sustancias químicas del cerebro denominadas endorfinas. Las caricias son una recompensa a nuestras mascotas y se puede utilizar para el adistramiento.
Las vidas mentales de los perros son muy ricas. Lo que no comparten con los humanos es la habilidad de recordar las emociones y meditar sobre ellas. Un perro que por ejemplo se queda sólo no sabrá pensar conscientemente como reaccionar para solucionar esa situación. Su respuesta será consecuencia inmediata de la acción de quedarse solo y entonces reaccionará ladrando o mordiendo cosas o arañando las puertas.
Una de las emociones mas desarrolladas en las mascotas es la de buscar. La busqueda le motivará pero también le podrá crear grandes frustaciones. A los perros le gustará realizar esta emoción compartiendola con su propietario, teniéndolo cerca y prestandonos toda su atención. También desarrollará emociones de atención queriendo estar con su amo, lamiendolo, tocándolo. Esto nos hará sentirnos importantes pero para el es una señal mas de dependencia emocional.
RESPONSABILIDADES DE LOS PROPIETARIOS
Esto tiene gran importancia por ejemplo a la hora de corregir una actitud suya que no nos gusta. Si por ejemplo el animal hace sus necesidades en el suelo y al volver a nuestras casas nos damos cuenta de ello va a servir de poco aplicarles un castigo o mostrar nuestro enfado pues ellos no serán “conscientes” de lo que les estamos reprochando.
El conocer los mecanismos que provocan que nuestras mascotas tengan vidas mentales ricas y que tengan emociones como la alegria y la tristeza nos debería obligar a que aseguremos que sus vidas sean satisfactorias emocional y físicamente. El perro necesita tener una vida natural y comportarse tal y como ha evolucionado su comportamiento. Las variaciones que sufren sus emociones no son tan complejas como las nuestras pero básicamente son similares. Cuando nos planteamos tener una nueva mascota hay que considerarla como un nuevo miembro de la familia con una vida emocional completa. Las mascotas compartirán sus emociones con nosotros y a cambio tenemos el deber de asegurarnos que sus vidas sean satisfactorias y sin ansiedad.
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